Después de años de introspección y cambios profundos, Lorde ha decidido romper con las etiquetas tradicionales. Su nuevo álbum Virgin, que verá la luz el 27 de junio, nace de una transformación personal que ella describe como una ampliación de su género y una integración real de su masculinidad. De hecho, en conversaciones recientes, la artista neozelandesa confesó sentirse “hombre y mujer”, una vivencia que ha moldeado no solo su música, sino también su identidad y forma de habitar el cuerpo.
A partir de ahí, la composición de Virgin se convirtió en un viaje íntimo y espiritual. Lorde explicó que este disco refleja una versión más cruda y honesta de su feminidad: una que también es “masculina, abierta y primitiva”. Así, en lugar de definir su género en términos fijos, ella apuesta por un enfoque expansivo, uno que no teme recoger elementos considerados tradicionalmente masculinos y darles nuevos significados personales.
Además, su atuendo en la Met Gala de este año no fue una mera elección estética. Con un vestido diseñado por Thom Browne, que incluía un fajín —una prenda asociada históricamente al vestuario masculino formal—, la cantante quiso representar visualmente esa vivencia dual de su identidad. “Me siento como hombre y mujer… es una versión del fajín”, dijo, entre broches heredados de su abuela y una vibra mística tejida en cada detalle del look.
Por otro lado, el proceso creativo del disco estuvo guiado por una conexión intensa con lo físico y lo simbólico. Lorde habló sobre su necesidad de volver a habitar su cuerpo tras años de exigencias profesionales que la alejaron de él. Su dieta cambió, su rutina también, y se rodeó de objetos que la anclan emocionalmente: aceites, joyas familiares, libros de autores queer y lecturas sobre el cuerpo.
Finalmente, con Virgin, Lorde no solo entrega un álbum, sino una declaración vital sobre la fluidez, la identidad y el coraje de ser, aunque eso signifique moverse fuera de los márgenes esperados.
