Sam Altman, CEO de OpenAI, ha dejado claro que la compañía no está en venta, rechazando una oferta de 97.400 millones de dólares liderada por Elon Musk. Lejos de una respuesta diplomática, Altman optó por la ironía en su cuenta de X, proponiendo comprar Twitter por 9.740 millones de dólares, en alusión al desplome del valor de la red social desde que Musk la adquirió en 2022 por 44.000 millones. Así, el intercambio de declaraciones refleja no solo un desacuerdo comercial, sino también una rivalidad personal que se intensifica con el paso del tiempo.
Musk, quien cofundó OpenAI antes de abandonarla en 2018, ha mantenido una relación tensa con Altman. Además de intentar adquirir la empresa, ha interpuesto múltiples demandas contra ella, alegando que se ha desviado de su misión original sin fines de lucro para enfocarse en la rentabilidad. Sin embargo, Altman ha defendido que la estructura híbrida de OpenAI, que combina una organización sin fines de lucro con una entidad con fines de lucro, es esencial para sostener el desarrollo de tecnologías avanzadas de inteligencia artificial.
Las tensiones no se limitan al ámbito legal. En una entrevista durante la Cumbre de Acción de IA en París, Altman expresó abiertamente su percepción sobre Musk: “Probablemente toda su vida se ha desarrollado desde una posición de inseguridad. Siento empatía por él. No creo que sea una persona feliz”. Estas declaraciones marcan un tono inusualmente personal en el debate, revelando la profundidad de las fricciones entre ambos.
Por su parte, Musk ha intentado reforzar su influencia en el sector de la IA con la creación de x.AI, su propia empresa dedicada a esta tecnología. A pesar de ello, Altman ha subrayado que su enfoque está en el desarrollo de productos innovadores, desestimando la necesidad de enfrentarse en el terreno legal o financiero. Según él, “lo importante es mejorar nuestra tecnología”, dejando claro que, al menos por ahora, el futuro de OpenAI no se negocia.