La brutal violación y asesinato de una joven doctora en Calcuta ha desencadenado una ola de indignación en India, sacando a relucir nuevamente la violencia sistémica contra las mujeres en el país. Aunque en 2022 se reportaron casi 32.000 violaciones, la cifra no refleja la realidad de un problema profundamente enraizado en la sociedad india, donde muchos casos nunca son denunciados.
Una de las razones detrás de esta violencia es la falta de aplicación efectiva de las leyes por parte del gobierno. A pesar de las normativas de seguridad laboral, en muchas ocasiones no se garantizan espacios seguros para las mujeres en sus lugares de trabajo. Este fue el caso de la doctora, quien no tuvo acceso a un lugar seguro para descansar durante su turno nocturno en el hospital, un hecho que posiblemente podría haber evitado el crimen.
Además de la ineficiencia gubernamental, la cultura patriarcal que justifica y perpetúa la violencia de género sigue siendo una barrera importante para el cambio. Según encuestas recientes, casi la mitad de los indios consideran aceptable que un esposo golpee a su esposa bajo ciertas circunstancias, y el matrimonio forzado o el abuso doméstico son prácticas que a menudo se minimizan. Esta mentalidad también se refleja en la escasa protección legal para las mujeres, como la falta de reconocimiento del matrimonio forzado como un delito.
En este contexto, la muerte de la joven doctora ha desatado protestas masivas en varias ciudades de India. Marchas como la de «Reclaim the Night» han exigido un cambio estructural profundo para proteger a las mujeres tanto en espacios públicos como laborales. Sin embargo, los avances han sido limitados. Aunque se han endurecido las leyes, la realidad es que el acceso a la justicia sigue siendo un reto.
Este caso también ha puesto en evidencia los peligros que enfrentan las trabajadoras de la salud en India. La falta de seguridad en los hospitales, la deficiente iluminación y la ausencia de lugares adecuados para descansar son solo algunos de los problemas que incrementan su vulnerabilidad. Y es que es común que las mujeres en turnos nocturnos teman por su seguridad mientras se desplazan entre los diferentes edificios hospitalarios, una preocupación agravada por la falta de personal de seguridad y sistemas de emergencia eficientes.
Resulta evidente que la lucha por la justicia y la seguridad de las mujeres en India no ha concluido. A pesar de los esfuerzos por mejorar las leyes y aumentar la conciencia, los incidentes de violencia siguen ocurriendo con alarmante frecuencia, exponiendo las fallas de un sistema que no ha logrado proteger a sus ciudadanas.