Prada ha cerrado la compra de Versace por 1.250 millones de euros, una operación que marca un giro decisivo en el panorama de la moda italiana. Con esta adquisición, la casa fundada por Miuccia Prada y Patrizio Bertelli incorpora a su portafolio una firma emblemática del lujo italiano, que hasta ahora pertenecía a Capri Holdings. La transacción, aprobada por ambos consejos de administración, se encuentra aún sujeta a autorizaciones regulatorias, pero ya perfila un cambio de época.
Desde su compra por parte de Capri en 2019, Versace había intentado posicionarse como piedra angular de un conglomerado estadounidense del lujo. Sin embargo, tras el colapso de la fusión con Tapestry y el deterioro de sus cifras, Capri decidió ponerla en venta. La caída del 15% en los ingresos trimestrales de la marca reflejaba la necesidad urgente de un nuevo impulso, tanto económico como creativo.
En este nuevo capítulo, Donatella Versace deja la dirección creativa luego de casi tres décadas al frente. A partir de ahora, ejercerá como embajadora jefe de la firma. En su lugar, Dario Vitale, exresponsable de diseño en Miu Miu, asumirá el liderazgo creativo, siendo el primer director ajeno a la familia Versace. Su experiencia en el universo Prada podría ser clave para reposicionar la marca y conectar con nuevas audiencias.
La operación no solo representa un traspaso empresarial, sino también un retorno simbólico: Versace vuelve a manos italianas. Prada ha prometido preservar la identidad de la firma mientras la integra en su robusta infraestructura, buscando combinar la audacia barroca de Versace con la precisión operativa del grupo.
A pesar del entusiasmo, la compra se produce en un contexto de tensiones comerciales globales y una industria del lujo en transformación. El desafío será mantener el equilibrio entre legado e innovación, y lograr que Versace vuelva a brillar como referente contemporáneo del lujo.
