Pacientes con VIH quedan sin tratamiento por decisión de Trump

La administración de Donald Trump ordenó la suspensión inmediata de la distribución de medicamentos para el VIH adquiridos con fondos estadounidenses en países de bajos ingresos, lo que ha generado alarma en la comunidad internacional. Esta medida, que forma parte de un congelamiento generalizado de la ayuda exterior, afecta directamente al Plan de Emergencia del Presidente para el Alivio del SIDA (PEPFAR), un programa global de salud iniciado en 2003 por George W. Bush y reconocido por haber salvado más de 26 millones de vidas.

El impacto de la decisión es inmediato: clínicas han comenzado a cancelar citas, pacientes son rechazados en los centros de salud y muchas personas con VIH enfrentan interrupciones abruptas en su tratamiento. Según especialistas, la falta de acceso a los antirretrovirales podría provocar un aumento en la carga viral de los pacientes, debilitando su sistema inmunológico y elevando el riesgo de nuevas infecciones. En mujeres embarazadas sin tratamiento, la probabilidad de transmisión del virus a sus bebés se incrementa significativamente.

Además del corte en la distribución de medicamentos, el gobierno de EE.UU. ordenó a sus funcionarios cesar toda asistencia técnica a los ministerios de salud de los países beneficiarios. También se prohibió la comunicación entre empleados de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), generando confusión entre los trabajadores de la salud que dependen de la cooperación internacional para el manejo de la epidemia.

El PEPFAR había brindado tratamiento a más de 20 millones de personas en 55 países en 2024, además de financiar programas de prevención como la profilaxis previa a la exposición (PrEP) y la capacitación de más de 340.000 trabajadores de la salud. Para muchas naciones, esta financiación representa la columna vertebral de sus estrategias contra el VIH, y su eliminación podría traer consecuencias devastadoras.

Expertos advierten que la interrupción de estos programas podría hacer retroceder los avances logrados en las últimas décadas. Según la OMS, una pausa prolongada en la ayuda exterior podría devolver al mundo a la crisis de los años 80 y 90, cuando millones de personas morían anualmente por SIDA. En 2023, 39.9 millones de personas vivían con VIH, y aunque las muertes han disminuido gracias a los tratamientos, el virus sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en muchos países en desarrollo. Y es que la decisión de suspender el PEPFAR se produce en un contexto de creciente escepticismo entre algunos sectores republicanos respecto a la ayuda exterior. Desde hace años, legisladores conservadores han argumentado, sin pruebas concretas, que el programa financia organizaciones que promueven el aborto. En 2024, el Congreso renovó PEPFAR por solo un año en lugar de los cinco habituales, dejando en incertidumbre su continuidad a largo plazo.

Ante la presión internacional, el secretario de Estado, Marco Rubio, emitió una exención humanitaria que permite temporalmente el financiamiento de ciertos servicios esenciales, como medicamentos y asistencia básica. Sin embargo, no está claro si esta medida incluye la reanudación de PEPFAR. Así, la suspensión de fondos también afecta la recopilación de datos sobre el impacto del VIH en el mundo, ya que el gobierno de EE.UU. cerró los sistemas de información de PEPFAR, limitando el acceso a estadísticas clave utilizadas por investigadores, gobiernos y organizaciones de salud. Esto, según especialistas, dificulta la respuesta coordinada a la epidemia.

El futuro del programa sigue siendo incierto, y mientras organizaciones internacionales piden la restauración inmediata del financiamiento, el gobierno de Trump mantiene su postura de revisar toda la ayuda exterior antes de tomar nuevas decisiones.

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