Milei en Davos: autoritarismo misoginia y homo-transfobia

El discurso del presidente argentino Javier Milei en el Foro Económico de Davos desató una ola de indignación a nivel nacional e internacional por su contenido cargado de ataques hacia las minorías y el movimiento feminista, al mismo tiempo que desestimó problemáticas sociales ampliamente documentadas. Desde sus declaraciones más incendiarias hasta las críticas de los sectores afectados, el evento expuso una visión que busca retrotraer décadas de avances en derechos humanos.

En su intervención, Milei calificó al feminismo como “una aberración siniestra” y negó la existencia de una brecha salarial de género, argumentando que las diferencias económicas entre hombres y mujeres responden exclusivamente a elecciones profesionales. Además, desestimó la figura del femicidio, aludiendo que otorga un valor superior a la vida de las mujeres sobre la de los hombres. Estas afirmaciones no solo minimizan las desigualdades de género sino que también banalizan los datos que revelan la violencia estructural hacia las mujeres. Por ejemplo, según cifras de La Casa del Encuentro, en 2024 se registraron en Argentina 318 víctimas de violencia de género, una cada 27 horas.

Además, su postura hacia la comunidad LGBTIQ+ estuvo marcada por una serie de afirmaciones falsas y estigmatizantes. Milei señaló casos aislados de abuso infantil por parte de parejas homosexuales para generalizar y asociar a toda la comunidad con la pedofilia, una narrativa desmentida por especialistas y datos globales. Y es que, según Unicef, la mayoría de los casos de abuso infantil ocurren en entornos familiares tradicionales y no existe evidencia que vincule la orientación sexual de los perpetradores con una mayor incidencia de estos crímenes. No obstante, Milei utilizó esta falacia para justificar sus ataques, describiendo a la diversidad sexual como una amenaza.

Las personas trans también fueron blanco de sus comentarios. El mandatario describió los tratamientos de afirmación de género como “experimentos propios de épocas oscuras” y acusó al Estado de financiar prácticas que, según él, mutilan a menores de edad. Sin embargo, en Argentina y otros países de la región, las leyes de identidad de género no obligan a las personas trans a someterse a tratamientos médicos, quirúrgicos ni hormonales para obtener el reconocimiento legal de su género. Estas garantías se basan en principios de derechos humanos avalados por organismos internacionales como la Corte Interamericana de Derechos Humanos.

Además de atacar a las políticas de género y diversidad, Milei cargó contra el ambientalismo y las regulaciones medioambientales, a las que calificó de obstáculos promovidos por el “wokismo”. Para el presidente, el cambio climático y las acciones para mitigarlo responden a una “agenda radical” que pone al desarrollo económico en segundo plano. Este discurso va en línea con la retórica de líderes globales como Donald Trump y Jair Bolsonaro, quienes han priorizado los intereses económicos por sobre la conservación ambiental.

El impacto de sus palabras no se hizo esperar. Desde las organizaciones feministas y de derechos humanos, hasta sectores políticos de todas las tendencias, surgieron voces de rechazo que señalaron el carácter autoritario y discriminatorio del discurso de Milei. La presidenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad en Diputados, Mónica Macha, consideró que las palabras del mandatario “habilitan la violencia hacia los sectores más vulnerables”. A su vez, el colectivo Ni Una Menos calificó la intervención como “una performance global de autoritarismo misógino y homo-transfóbico”.

Diputada Argentina Mónica Macha, residenta de la Comisión de Mujeres y Diversidad

Incluso figuras de la política tradicional, como el ex jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, instaron a poner fin a los discursos de odio, subrayando que “las palabras importan” y que descalificar a quienes piensan diferente atenta contra el pluralismo democrático. Por su parte, organizaciones internacionales como Amnistía Internacional denunciaron el impacto que estas narrativas pueden tener sobre los derechos humanos y la integridad de las personas afectadas.

Milei se posicionó en Davos como parte de una alianza global que incluye a líderes como Donald Trump y Giorgia Meloni, enarbolando una “batalla cultural” contra lo que él denomina “el cáncer del wokismo”. Sin embargo, esta estrategia retórica, que busca desacreditar las luchas por la igualdad, es vista por amplios sectores como una herramienta para justificar la consolidación de políticas regresivas y autoritarias. Las reacciones en contra no se limitaron al plano discursivo: ya se anunciaron denuncias en organismos internacionales y movilizaciones masivas en Argentina y otros países.

Las palabras de Milei no solo reflejan una postura ideológica radical, sino también un desafío para los sectores que trabajan por la inclusión, la igualdad y el respeto de los derechos humanos. Frente a este panorama, los movimientos sociales y colectivos afectados reiteran su compromiso con la resistencia organizada, enfatizando que “la lucha por la dignidad no será detenida por discursos de odio”.

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