Cindy Ngamba, la boxeadora refugiada de Camerún, ha hecho historia en los Juegos Olímpicos de París 2024 al asegurar la primera medalla para el Equipo Olímpico de Refugiados. Este equipo, que debutó en Río 2016, se creó con el objetivo de dar voz y representación a millones de personas desplazadas en todo el mundo. En particular, Cindy ha destacado no solo por sus habilidades en el ring, sino también por su valentía al enfrentar las adversidades derivadas de su orientación sexual.
En su viaje como refugiada, Cindy salió de Camerún a los 11 años junto a su madre y hermano, para reunirse con su padre en Inglaterra. Allí, enfrentó bullying y desafíos de integración, pero encontró en el deporte, especialmente en el boxeo, una vía de escape y superación. Fue en el Elite Boxing Gym de Bolton donde desarrolló su talento, mientras estudiaba Criminología y luchaba contra la amenaza constante de deportación. A pesar de estos obstáculos, logró convertirse en campeona de Inglaterra en tres ocasiones y ahora busca el oro olímpico.
Pero Cindy no solo representa a los refugiados en el deporte, sino que también es un símbolo de resistencia y esperanza para la comunidad LGBTIQ+. Debido a las leyes anti-LGBT+ de Camerún, no puede regresar a su país sin arriesgarse a ser encarcelada. En consecuencia, ha encontrado en el Equipo Olímpico de Refugiados una plataforma para alzar su voz y demostrar que, a pesar de las adversidades, es posible alcanzar grandes logros. En sus palabras, “Sigan creyendo. Mucha gente no creía en mí, pero al final soy yo quien está en el ring”.