Lily Allen se encuentra en medio de una tormenta mediática tras haber revelado que devolvió a su perra adoptada, Mary, al refugio de donde la rescató. La polémica comenzó cuando la cantante compartió en su pódcast “Miss Me?” que la decisión fue motivada por el mal comportamiento del animal, quien, entre otras cosas, se comió los pasaportes de su familia, impidiéndoles viajar a Inglaterra para visitar al padre de sus hijos. Este incidente, según Allen, fue la gota que colmó el vaso tras varios intentos fallidos de adaptación.
La historia desató una ola de críticas en redes sociales, donde la cantante, de 39 años, se ha convertido en blanco de ataques, incluyendo amenazas de muerte. Allen se ha defendido en sus redes, afirmando que muchos de los comentarios se basan en información distorsionada y malintencionada. Según la artista, el bienestar de Mary fue siempre su prioridad, pero después de meses de esfuerzos por corregir el comportamiento de la perra, se dio cuenta de que no podían satisfacer sus necesidades. Mary sufría de una ansiedad por separación severa, lo que la llevó a desarrollar comportamientos que afectaban la vida diaria de la familia.
En respuesta a las críticas, Allen explicó que trabajaron con especialistas y entrenadores para intentar ayudar a Mary, pero finalmente llegaron a la conclusión de que la mejor opción era devolverla al refugio. La cantante también mencionó que ha tenido perros rescatados toda su vida y que nunca había enfrentado una situación tan difícil como esta. A pesar de sus explicaciones, la situación ha generado un enfrentamiento público con la organización PETA (Personas por el Trato Ético de los Animales), que la ha criticado duramente por su decisión.
PETA no solo expresó su desaprobación, sino que también envió a la casa de Allen un perro de peluche junto con un mensaje sarcástico: «Este es el único animal que puedes llevar a tu casa». La organización publicó una carta en su sitio web, firmada por su vicepresidenta Elisa Allen, en la que cuestiona la decisión de la cantante, señalando que, mientras ella puede conseguir nuevos pasaportes y reprogramar sus vuelos, Mary podría pasar mucho tiempo en el refugio esperando una nueva familia. PETA argumenta que los perros no deben ser tratados como accesorios desechables y critica duramente a Allen por lo que consideran un abandono irresponsable.
El intercambio entre Allen y PETA ha continuado en la red social X (anteriormente Twitter), donde la cantante acumula casi cinco millones de seguidores. PETA acusó a Allen de reírse mientras relataba la situación de Mary en su pódcast, lo que la organización interpretó como una muestra de indiferencia hacia el sufrimiento del animal. Allen respondió, señalando que la risa es una reacción común al hablar de experiencias dolorosas y acusó a PETA de perpetuar mentiras que solo agravan la situación.
El enfrentamiento ha polarizado a los seguidores de ambas partes. Mientras algunos apoyan la postura de PETA, argumentando que un perro es un compromiso de por vida, otros defienden a Allen, afirmando que fue responsable al admitir que no podía proporcionar el entorno adecuado para Mary y tomar la difícil decisión de devolverla. El caso ha abierto un debate más amplio sobre la responsabilidad de tener mascotas y el papel de las organizaciones defensoras de los animales en situaciones complejas como esta.
Por ahora, Mary se encuentra sana y salva en un hogar de paso, a la espera de ser adoptada nuevamente. Allen, por su parte, continúa enfrentando las críticas, pero mantiene su posición de que hizo lo mejor para el bienestar de la perra. La situación sigue siendo un tema candente en las redes, reflejando las tensiones entre el bienestar animal y las decisiones personales en el cuidado de mascotas.