En un movimiento que refleja un cambio significativo en la postura de la Iglesia Católica, la Conferencia Episcopal Italiana (CEI) ha publicado nuevas directrices que permiten a hombres gay entrenarse como sacerdotes, siempre que respeten el compromiso del celibato. Esto representa un giro respecto a declaraciones previas del papa Francisco, quien en el pasado expresó reservas sobre la admisión de homosexuales en los seminarios por el riesgo de una «doble vida».
El documento establece que el elemento central para los aspirantes al sacerdocio no debe ser su orientación sexual, sino su capacidad para adoptar y vivir el celibato como un acto de elección libre y responsable. En palabras de la CEI, es esencial no reducir el discernimiento vocacional únicamente a la dimensión de la orientación sexual, sino analizarla en el contexto de la personalidad global de cada candidato.
No obstante, las directrices subrayan que, aunque la Iglesia expresa un “profundo respeto” por las personas homosexuales, aquellos que sean sexualmente activos no podrán ser admitidos en los seminarios ni ordenados. Esto reafirma la postura tradicional sobre la castidad en la vida sacerdotal, aplicable tanto a homosexuales como a heterosexuales.
Este avance ocurre en un contexto de tensiones internas dentro de la Iglesia. Aunque el papa Francisco ha mostrado gestos inclusivos hacia la comunidad LGBTQ+, como autorizar bendiciones para parejas del mismo sexo en 2023, sus declaraciones han generado polémica. El pontífice se disculpó en 2022 tras ser acusado de emplear un término homofóbico al referirse a la presencia de hombres homosexuales en los seminarios, aclarando que no pretendía ofender.
El debate sobre la inclusión de hombres gay en el sacerdocio también sacó a la luz testimonios de discriminación. Lorenzo Michele Noè Caruso, un joven excluido de un seminario por ser homosexual, escribió una carta pública que llegó al papa, quien lo alentó a seguir explorando su vocación. Estos casos evidencian los desafíos que enfrenta la Iglesia en su intento por equilibrar tradición y apertura.
Aunque las nuevas directrices representan un avance significativo, su aplicación fuera de Italia aún es incierta. El impacto de estas medidas podría marcar un precedente para otras conferencias episcopales, abriendo la puerta a un debate más amplio sobre inclusión y diversidad en el clero católico.