El reconocimiento oficial de las personas intersex en los certificados de nacimiento en Kenia marca un hito en la lucha por la inclusión y los derechos humanos. Desde hace años, activistas han impulsado reformas para que quienes nacen con características sexuales atípicas no sean forzados a encajar en el binarismo de «hombre» o «mujer». Ahora, gracias a la publicación del Aviso Legal No. 153 de 2025 bajo la Ley de Registro de Nacimientos y Defunciones, la opción «intersex» se suma a los marcadores de género en estos documentos oficiales.
Este avance responde a una lucha de más de una década. En 2009, el caso de «Baby A» puso sobre la mesa la discriminación sistémica que enfrentan las personas intersex en Kenia. Baby A, cuyo sexo fue registrado con un signo de interrogación en el hospital, tuvo dificultades para obtener documentos esenciales como su acta de nacimiento, identificación nacional y pasaporte. A raíz de este caso, el tribunal ordenó un censo nacional para cuantificar a la población intersex y garantizar sus derechos. En el censo de 2019, se contabilizaron 1,524 personas intersex, una cifra que los expertos consideran muy inferior a la realidad. De hecho, la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia (KNCHR) estima que podrían ser alrededor de 1.4 millones.
La falta de reconocimiento legal ha traído consigo múltiples barreras. Sin un sexo registral legalmente definido, las personas intersex han enfrentado dificultades para acceder a educación, empleo y atención médica. Además, el desconocimiento y los prejuicios han alimentado estigmas que las vinculan con maldiciones o conceptos supersticiosos. En este contexto, el reconocimiento de la intersexualidad en los certificados de nacimiento representa no solo un paso hacia la inclusión, sino también una medida que puede facilitar el acceso a derechos básicos.
Sin embargo, la implementación de este cambio legal enfrenta resistencia. Algunos sectores, incluyendo líderes políticos y religiosos, insisten en la idea de que solo existen dos sexos, omitiendo la realidad biológica y social de las personas intersex. Declaraciones como las del presidente William Ruto, quien respaldó la postura de Donald Trump sobre la existencia exclusiva de «hombre» y «mujer», han avivado discursos discriminatorios. Para activistas como Milka Wahu, directora de la Amka Africa Justice Initiative, estas afirmaciones representan un retroceso en los esfuerzos por garantizar la dignidad y el bienestar de la comunidad intersex.
El reconocimiento legal también ha abierto un debate dentro del propio movimiento por los derechos sexuales y de género. Algunos líderes intersex, como el comisionado de la KNCHR, Dennis Wamalwa, han impulsado la separación de la «I» de la sigla LGBTQ+, argumentando que la intersexualidad no es una identidad de género ni una orientación sexual, sino una condición biológica. Esta postura genera opiniones divididas. Mientras algunos activistas la ven como una estrategia para asegurar derechos específicos sin enfrentar el estigma asociado a la comunidad LGBTQ+, otros advierten que podría desarticular alianzas clave en la lucha por la igualdad.
Más allá de los debates y resistencias, este reconocimiento en los certificados de nacimiento establece un precedente crucial para otras reformas legales. Proyectos como la Ley de Personas Intersex de 2024 buscan garantizar protecciones adicionales, como el acceso a atención médica especializada y la inclusión de la intersexualidad en los planes educativos. El desafío ahora es transformar este reconocimiento legal en cambios reales que mejoren la vida cotidiana de las personas intersex en Kenia.