Parastoo Ahmadi, cantante iraní conocida por su valentía al desafiar las normas restrictivas de su país, fue arrestada recientemente tras un concierto virtual que generó gran revuelo. En el video, transmitido desde un histórico caravasar, Ahmadi aparece sin velo y con un vestido negro de hombros descubiertos, interpretando canciones en público, una práctica prohibida para las mujeres en Irán desde la Revolución Islámica de 1979. Con ello, la intérprete parecía desafiar abiertamente las normas que cercenan la libertad artística femenina.
Las autoridades justificaron su detención alegando la producción de un material «contrario a los valores sociales». Sin embargo, su abogado, Milad Panahipour, denunció que no se le notificaron cargos ni su paradero tras ser llevada a la provincia de Mazandaran. Poco después, las fuerzas de seguridad también arrestaron a dos músicos que participaron en la producción, sin citación previa, intensificando las acciones contra quienes se apartan de las rígidas normas del régimen. Este hecho ha encendido alarmas sobre la creciente persecución a artistas y disidentes.
El concierto, que acumuló miles de reproducciones en plataformas como YouTube e Instagram, incluía una declaración potente: “Soy una chica que quiere cantar para su gente y por la tierra que ama”. Esta frase, además de su acto, simboliza una resistencia al sistema que prohíbe a las mujeres cantar frente a audiencias mixtas y grava con severas sanciones el incumplimiento del código de vestimenta obligatorio. Las repercusiones legales se amparan en una normativa que castiga con multas, cárcel e incluso la pena de muerte a quienes desafíen estas disposiciones.
A pesar de su liberación el domingo por la mañana, el caso de Ahmadi sigue siendo emblemático. Su acto se suma a una ola de protestas y expresiones de resistencia que ganaron fuerza tras la muerte de Mahsa Amini en 2022, desencadenando masivas movilizaciones contra el régimen. Organizaciones como Amnistía Internacional han advertido que esta nueva escalada legislativa busca silenciar aún más a las mujeres y consolidar un sistema de represión que restringe las libertades más básicas. Por ahora, la valentía de artistas como Ahmadi ilumina la lucha de quienes no están dispuestos a callar.