Roberta Flack, una de las voces más emblemáticas del soul y el R&B, falleció este lunes a los 88 años en Nueva York, según confirmó su publicista en un comunicado. La artista murió rodeada de sus seres queridos, tras luchar en los últimos años contra la esclerosis lateral amiotrófica (ELA), enfermedad que le impidió seguir cantando. Desde su irrupción en la escena musical en los años setenta, su legado ha dejado una huella imborrable en la historia de la música.
Nacida en Carolina del Norte en 1937, Flack mostró desde temprana edad un talento excepcional para la música. Su madre, organista en una iglesia, influyó en su formación inicial, llevándola a desarrollar una sólida base en el góspel y el piano clásico. A los 18 años, ya se había graduado en la Universidad de Howard y soñaba con una carrera en el bel canto. Sin embargo, su camino tomó un giro diferente cuando comenzó a cantar en un club de jazz en Washington D.C., donde fue descubierta por el músico Les McCann. Fue él quien la presentó a Atlantic Records, sello con el que grabó su primer álbum, First Take (1969), en apenas diez horas de estudio.
El gran reconocimiento llegó en 1972 cuando Clint Eastwood utilizó su interpretación de The First Time Ever I Saw Your Face en la película Play Misty for Me. La canción se convirtió en un éxito rotundo, llevándola al primer puesto de las listas y otorgándole su primer premio Grammy. Un año después, su versión de Killing Me Softly With His Song la consolidó como una de las artistas más influyentes del momento. El tema, que originalmente había pasado desapercibido en la voz de Lori Lieberman, se transformó en un fenómeno mundial gracias a los cambios sutiles pero impactantes que Flack introdujo en su interpretación. La canción se mantuvo cinco semanas en la cima del ranking estadounidense y le valió otros dos premios Grammy en 1974.
Además de su éxito comercial, Flack usó su música para abordar temas sociales y políticos. Canciones como Tryin’ Times denunciaban la injusticia racial, mientras que su interpretación de Ballad of the Sad Young Men estableció un fuerte lazo con la comunidad LGBTQ+. A finales de los setenta, tras el fallecimiento de su compañero musical Donny Hathaway, su actividad se redujo, aunque en los años ochenta y noventa siguió lanzando música y colaborando con artistas como Peabo Bryson y Maxi Priest.
En 2012, sorprendió con un álbum de versiones de The Beatles, Let It Be Roberta, demostrando su capacidad para reinventarse sin perder su esencia. Su influencia traspasó generaciones, siendo homenajeada en múltiples ocasiones, incluyendo un premio a su trayectoria en los Grammy de 2020. Su voz única y su sensibilidad interpretativa dejaron una marca imborrable en la música, inspirando a artistas de distintos géneros y continentes.