El estreno de Gladiator II está a la vuelta de la esquina y, con él, no solo llega el esperado regreso al Imperio Romano, sino también una controversia que ha captado la atención de muchos. Denzel Washington, uno de los grandes nombres del elenco, reveló en una entrevista reciente que una escena en la que su personaje besa a otro hombre fue eliminada durante el proceso de edición. Este ajuste creativo ha desatado un debate sobre la representación en el cine comercial.
En declaraciones a Gayety, el actor confesó: “De hecho, besé al hombre en la película, pero lo cortaron. Creo que se acobardaron. Besé a un tipo en los labios y supongo que aún no estaban listos para eso”. Con su habitual toque de humor, Washington añadió: “Lo maté unos cinco minutos después. Es Gladiator, es el beso de la muerte”. Aunque sus palabras buscan aligerar el tema, no han evitado las especulaciones sobre las razones detrás de esta decisión.
Pero Washington no fue el único afectado por los recortes. Paul Mescal, coprotagonista de la cinta junto a Pedro Pascal, relató a Entertainment Weekly un episodio similar durante el rodaje. En una escena de combate, Mescal improvisó un beso en la frente de Pascal y sugirió al director Ridley Scott que lo mantuviera. “Le dije por radio: ‘Ridley, ¿qué opinas? ¿Sí o no?’. Después de un breve silencio, respondió: ‘Me temo que sí’”. Sin embargo, este momento tampoco llegó a la versión final. Estas eliminaciones dejan entrever una posible falta de comodidad por parte del equipo con la inclusión de gestos afectivos entre personajes masculinos.
La película, dirigida por Ridley Scott, continúa explorando el legado del clásico de 2000, con un elenco estelar que incluye a Connie Nielsen, Joseph Quinn, Fred Hechinger y Pedro Pascal. Aunque se ha señalado que el personaje de Macrino, interpretado por Washington, conserva matices de bisexualidad en pantalla, las decisiones en posproducción han reducido el potencial de una representación explícita. Esto ha generado críticas sobre la tendencia del cine mainstream a evitar riesgos narrativos relacionados con la diversidad sexual.
A nivel histórico, la fluidez sexual era una característica conocida de la sociedad romana. La eliminación de estos momentos plantea interrogantes sobre hasta qué punto el cine se permite reflejar la realidad histórica sin temor a incomodar a ciertos públicos. El debate no es nuevo, pero cada omisión como esta reabre la conversación sobre la censura implícita y la necesidad de avanzar hacia una representación auténtica.
Pese a la controversia, las primeras críticas destacan el tono visualmente vibrante de Gladiator II y subrayan la poderosa interpretación de Denzel Washington, que ya se perfila como una posible candidata en la temporada de premios. Sin embargo, no deja de ser significativo que una película de esta magnitud elija no incluir escenas que podrían haber resonado con una audiencia más diversa. Quizá estas imágenes encuentren su espacio en versiones extendidas o ediciones domésticas, pero el debate ya está servido.