Al Pacino, el legendario actor de Hollywood, ha hecho una revelación inesperada en su reciente libro de memorias, Sonny Boy, donde aborda la controversia de la película Cruising (1980) y su impacto en la comunidad LGBTQ+. Para empezar, el actor expresó que, tras décadas de silencio, se siente en sintonía con las críticas que la comunidad hizo en su momento, admitiendo que la película resultó «explotadora» y dañina para los derechos y representación de personas LGBTQ+ en el cine.
Además, Pacino explica que al sentirse incómodo con cómo el filme retrataba a la comunidad, tomó la decisión de donar anónimamente su salario completo de la película a organizaciones benéficas LGBTQ+. Según sus palabras, estableció un fondo irrevocable para que el dinero generara intereses durante varias décadas, asegurando que, aunque no podía deshacer el daño, al menos esos fondos tendrían un propósito positivo. «No sé si esto alivió mi conciencia», escribió, «pero al menos el dinero hizo algo bueno».
La película, dirigida por William Friedkin y basada en la novela de Gerald Walker, cuenta la historia de un policía (interpretado por Pacino) que se infiltra en la vida nocturna de clubes LGBTQ+ en Nueva York para investigar una serie de asesinatos. No obstante, desde su producción, el filme fue objeto de protesta casi diaria, con activistas locales y organizaciones LGBTQ+ manifestando que el retrato de la comunidad era negativo y prejuicioso, además de temer que contribuyera a estigmatizar a las personas homosexuales en un momento crítico de su lucha por los derechos civiles.
A pesar de las críticas, Pacino se mantuvo en silencio y no abandonó la producción, aunque reconoció en retrospectiva que el ambiente y las escenas de la película la hacían parecer más como una «explotación» que como un ejercicio narrativo válido. Friedkin, el director, también admitió en entrevistas años más tarde que su intención nunca fue perjudicar la percepción de la comunidad LGBTQ+, aunque, en sus propias palabras, entendía que la representación dura y cruda del sadomasoquismo en el filme “no fue la mejor para la lucha por los derechos homosexuales”.
En conclusión, este acto de expiación y las recientes palabras de Pacino reflejan una autocrítica y un entendimiento tardío, pero sincero, del impacto cultural y social que tienen las narrativas en la pantalla. Al donar el dinero en silencio y sin buscar la atención pública, el actor deseó que algo positivo surgiera de su experiencia en Cruising, una película que, décadas después, sigue siendo un ejemplo complejo de cómo el cine puede reflejar o distorsionar las realidades de comunidades históricamente marginadas.