Las agresiones al colectivo LGBTQ+ han registrado un alarmante incremento en 2023, según informan los Mossos d’Esquadra, la policía autónoma catalana, quienes contabilizaron 206 ilícitos penales el año pasado, mostrando un aumento respecto a los 171 delitos de odio del 2022. Este incremento revela un patrón preocupante de violencia dirigida específicamente contra personas LGBTQ+.
Recientemente, en Barcelona, un hombre trans fue víctima de un brutal ataque en el barrio de Sants. Un grupo de jóvenes lo agredió violentamente mientras proferían insultos transfóbicos, un suceso que el afectado no dudó en compartir en sus redes sociales para denunciar la violencia que enfrentó. A raíz de este hecho, el Observatori contra l’LGTBIfòbia y la Federación Plataforma Trans ofrecieron su apoyo a la víctima.
Los detalles aportados por los Mossos d’Esquadra indican una falta de denuncias formales en muchos casos, lo cual, según Eugeni Rodríguez, presidente del Observatorio, se debe a que frecuentemente los agresores son menores de edad inimputables. Rodríguez señala un patrón específico de «grupos de jóvenes, aproximadamente de 13 años, que rodean y atacan a personas trans».
Y es que las calles de Barcelona, la situación se repite con alarmante regularidad. A finales de marzo, una mujer transexual fue atacada durante el día en el barrio de Poble-sec por un grupo de unos 20 adolescentes, usando un modus operandi similar. Pocos días después, una mujer trans y una persona no binaria también fueron agredidas en Trinitat Vella, aunque en esta ocasión sí presentaron una denuncia.
En tanto, el Observatorio reportó 302 casos de odio en 2023, una cifra superior a las estadísticas policiales, debido a que también incluyen quejas que no necesariamente derivan en denuncias formales. Desde el Observatori contra l’LGTBIfòbia, destacan la influencia negativa de los discursos de extrema derecha y los mensajes de odio en redes sociales que, lamentablemente, están legitimando y exacerbando estos ataques.
Elena Longares, responsable del Servei Cruïlles del Centre Jove d’Atenció a les Sexualitats, comparte una visión similar, señalando que estas agresiones son solo «la punta del iceberg» de la violencia que enfrentan las personas trans, insistiendo en que también se debe prestar atención a las discriminaciones más sutiles y persistentes que afectan a este colectivo a lo largo de sus vidas.
Respecto a las soluciones, Longares subraya la importancia de la prevención y de un análisis profundo para entender y desmantelar las raíces de esta violencia, que a menudo comienza con un proceso de deshumanización. Isabel Tapia, de Gaylespol, enfatiza la necesidad de perder el miedo a denunciar estas agresiones, destacando los esfuerzos de la policía por acercarse y proteger al colectivo LGBTQ+.