El Ministerio de Salud se encontró en el centro de una controversia al tener que detener un estudio que generó críticas debido a su naturaleza polémica, según reportó La Tercera. Y es que este estudio buscaba adentrarse en las fiestas Chemsex (contracción de las palabras en inglés para ‘químico’ y ‘sexo’), un fenómeno creciente que combina prácticas sexuales con un elevado consumo de drogas. Estas fiestas no son poco frecuentes ni inaccesibles, lo que hace urgente que se tome medidas para que se lleve a cabo una participación segura. Pero el estudio se enfrentó a serios cuestionamientos éticos dentro de la cartera.
La iniciativa, liderada por la División de Prevención y Control de Enfermedades (Diprece), tenía el objetivo de analizar y comprender mejor estas fiestas para, en última instancia, promover estrategias de prevención sexual eficaces. La investigación pretendía ofrecer una mirada desde dentro, sin embargo, las metodologías empleadas para la recolección de datos suscitaron un debate ético significativo. Específicamente, el proyecto, con un presupuesto de $50 millones, buscaba entender el comportamiento de las personas usuarias de drogas sexualizadas, enfocándose principalmente en los colectivos LGBTQNB+ de la Región Metropolitana. Por ende, el enfoque etnográfico del estudio requería que los investigadores participaran activamente en el entorno que estaban estudiando, usando técnicas como la observación participante y las entrevistas cara a cara, registrando sus experiencias en un cuaderno de campo, aunque esto implicaba una serie de riesgos y complicaciones.
Con el tiempo, las controversias internas y los desafíos éticos llevaron a la suspensión y eventual cancelación del estudio. Por otro lado, incidentes como la agresión a un investigador y la falta de aprobación ética adecuada marcaron un antes y un después en la gestión del proyecto.
La investigación y la implementación de políticas públicas específicas para abordar el fenómeno de las fiestas chemsex es de vital importancia. Esto se debe a que estas reuniones, cada vez más frecuentes y masivas, son espacios de socialización y encuentro tanto de heterosexuales, como de comunidad LGBTQ+, y abordar sus implicancias adecuadamente representa un desafío significativo en términos de salud pública. Por un lado, el consumo de sustancias en estos contextos puede llevar a prácticas sexuales de riesgo, aumentando la probabilidad de contraer infecciones de transmisión sexual (ITS), mientras por otro el uso de drogas en estas circunstancias puede tener graves consecuencias para la salud mental de los participantes.
- Disminución de la precaución y prevención de ITS bajo el efecto de las drogas, lo que puede llevar a un menor uso de preservativos.
- Incremento en el riesgo de ITS como el papiloma, la sífilis, el VIH y la gonorrea.
- Posibilidad de sobredosis con graves consecuencias, incluyendo paro cardiaco, elevación de la temperatura corporal y crisis de salud mental.
- Interferencia de las drogas en la eficacia y adherencia a los tratamientos antirretrovirales.
- Riesgo de erosiones o lesiones debido a prácticas sexuales prolongadas y, en ocasiones, más intensas.
- Problemas de salud mental asociados, como ansiedad, depresión, psicosis, tendencias suicidas y paranoia.
- Riesgo de desarrollar adicción a las drogas.
Aunque no es labor del estado inmiscuirse en las prácticas privadas de los ciudadanos, si parece imprescindible, entonces, que las políticas públicas se enfoquen no solo en la prevención y el tratamiento de las adicciones y las enfermedades de transmisión sexual, sino también en la creación de entornos seguros y de apoyo para las personas que participan en estas actividades. Por consiguiente, la educación sexual y sobre sustancias, junto con el acceso a servicios de salud que sean inclusivos y respetuosos, son fundamentales para abordar este fenómeno complejo. De esta manera, se promueve un enfoque más integral y humano que reconozca las necesidades específicas de las comunidades involucradas, fomentando un entorno más seguro y saludable para todos.
Finalmente, el Centro de Estudios Germina confirmó la terminación del contrato, cerrando así un capítulo que destaca la importancia de considerar cuidadosamente las implicaciones éticas en la investigación social y de salud, y la urgencia de no quitar la mirada sobre fenómenos como las fiestas chemsex, que podrían tener consecuencias en la salud pública.