Un reciente estudio publicado en la revista Cureus ha abierto la posibilidad de que quienes han padecido de COVID más largo, podrían estar experimentando cañas más duras de lo usual. Y es que los investigadores de la Clínica de Síndrome Post-Agudo de COVID (PACS) de la Universidad de Stanford, que reclutaron a cuatro pacientes, han observado una relación entre los síntomas persistentes de COVID y las resacas intensificadas.
Un caso particular relata cómo una mujer, tras 11 meses de padecer COVID, ahora sufre resacas extremas con tan solo probar vino, sintiendo una parálisis casi total. En otro caso similar, otra participante indicó que un solo cóctel le provoca síntomas comparables a una intoxicación alcohólica, con cefaleas que persisten por días.
Según se está estudiando, estos cambios en la reacción al alcohol podrían deberse a que el COVID-19, al combinarse con inflamaciones corporales, debilita la barrera hematoencefálica. Esta barrera, esencial para proteger el cerebro de sustancias dañinas, al debilitarse, permitiría una mayor entrada de alcohol al cerebro. De igual manera, se especula que el incremento de moléculas inflamatorias en el torrente sanguíneo de personas que hayan sufrido un COVID largo podría intensificarte la caña.
No obstante, cabe destacar que los resultados del estudio se basan en autoreportes, lo que sugiere la necesidad de investigaciones más profundas para establecer una correlación firme entre un COVID largo y las resacas agudas. Adicionalmente, investigaciones recientes han identificado las deficiencias de hierro en la sangre como un factor significativo en casos de COVID larga, lo que apunta a una compleja interacción entre el coronavirus y la respuesta del cuerpo al alcohol.