Elon Musk ha vuelto a estar en el centro de la polémica, esta vez por su respaldo a figuras y movimientos de extrema derecha en distintos países. Bill Gates, cofundador de Microsoft, no ha dudado en manifestar su rechazo, calificando la actitud del magnate de «Es una mierda delirante» que busca desestabilizar gobiernos. En este contexto, Gates ha señalado que Musk, a pesar de su inteligencia, está utilizando su influencia para promover el populismo en lugar de contribuir al progreso global.
Más allá de sus palabras, los movimientos de Musk han generado preocupación en Reino Unido y Alemania. En territorio británico, el empresario ha difundido teorías conspirativas contra el gobierno laborista, acusándolo de encubrir casos de abuso sexual. Mientras tanto, en Alemania, ha mostrado abiertamente su simpatía por el partido de ultraderecha Alternativa para Alemania (AfD), llegando a declarar que esta formación es «la única esperanza para el país».
El filántropo estadounidense también ha cuestionado la insistencia de Musk en intervenir en la política internacional cuando su imperio empresarial depende de la estabilidad global. “Es difícil de comprender por qué alguien que tiene fábricas en China y Alemania, y cuyo negocio aeroespacial requiere relaciones diplomáticas sólidas, decide gastar tiempo y recursos en agitar el nacionalismo en otros países”, declaró Gates.
Las críticas del fundador de Microsoft no se limitan a lo político, sino que también apuntan a la capacidad de los multimillonarios para influir en las elecciones. Gates ha propuesto que los gobiernos implementen medidas para evitar que personas extremadamente ricas puedan financiar campañas y alterar el rumbo democrático de una nación. “Estados Unidos impide que los extranjeros donen dinero a campañas políticas; otros países deberían considerar protecciones similares para evitar la distorsión de sus elecciones”, argumentó.
Este enfrentamiento entre dos de los empresarios más influyentes del mundo también deja en evidencia el impacto de las grandes fortunas en la política global. Mientras Musk ha destinado cientos de millones de dólares para apoyar a candidatos republicanos en EE.UU., Gates ha financiado campañas progresistas y ha dirigido sus recursos a combatir enfermedades como la polio y la malaria. Sin embargo, el propio Gates ha reconocido que ha tenido más encuentros con Donald Trump que con Joe Biden, justificando estos acercamientos con la necesidad de influir en decisiones clave sobre salud pública y desarrollo global.