La Patagonia chilena, conocida por sus paisajes únicos y su biodiversidad, enfrenta una crisis medioambiental sin precedentes. La expansión de la industria salmonera ha convertido áreas protegidas en zonas de alto riesgo para las especies marinas, especialmente las ballenas. En los últimos meses, se han reportado múltiples casos de cetáceos muertos en inmediaciones de centros de cultivo industrial, lo que ha encendido alarmas a nivel local e internacional.
Y es que entre septiembre y noviembre de 2024, se registraron al menos cuatro ballenas muertas en zonas cercanas a salmoneras en las regiones de Aysén y Magallanes. Estos casos incluyen especies protegidas como la ballena sei y la jorobada, víctimas de enmalles, colisiones o exposición a contaminantes. Un ejemplo es el caso del centro “Paso Galvarino”, donde una ballena sei fue encontrada agonizando con un cabo enredado en su cuerpo, lo que evidenció una interacción letal con las operaciones salmoneras.
Así, Greenpeace junto a comunidades indígenas como los Kawésqar, ha presentado querellas criminales en busca de justicia y de medidas que detengan esta devastación. Estas acciones legales, amparadas por la Ley 21.595, representan un hito al utilizar herramientas jurídicas específicas para delitos ambientales en áreas protegidas. Sin embargo, estas iniciativas también exponen la falta de planes de manejo en zonas como la Reserva Nacional Kawésqar, seis años después de su creación.
La industria salmonera ha sido señalada como una de las principales responsables de la degradación de los ecosistemas patagónicos. Desde contaminación química y acústica hasta infraestructura abandonada, los efectos son devastadores para la fauna marina. Además, las comunidades locales, muchas de ellas indígenas, ven afectadas no solo sus territorios ancestrales, sino también su conexión espiritual y cultural con especies como las ballenas.
La crisis no solo ha captado la atención nacional. Imágenes de cetáceos muertos fueron proyectadas en los icónicos edificios de Times Square, en Nueva York, para alertar al mundo sobre los impactos de la salmonicultura en Chile. Organizaciones piden a consumidores internacionales rechazar productos de esta industria hasta que se implementen prácticas sostenibles.