Cada 20 de noviembre, el Día de la Memoria Trans invita a reflexionar sobre las devastadoras cifras de violencia que enfrenta la comunidad transgénero a nivel global. Este año, el informe de la organización Transgender Europe (TGEU) documentó al menos 350 asesinatos de personas trans y de género diverso en el mundo entre octubre de 2023 y septiembre de 2024. Sin embargo, se cree que el número real es significativamente mayor debido al subregistro y a la frecuente desinformación al reportar estos crímenes.
En Chile, el contexto no es menos alarmante. El XXI Informe Anual de los Derechos Humanos del Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) reveló un aumento preocupante en los crímenes de odio, alcanzando en 2022 la cifra más alta de asesinatos registrados en una década. Entre los casos recientes, destaca el brutal asesinato de un hombre trans en la Región del Biobío en septiembre de 2023, un crimen que ha reavivado el debate sobre la protección legal y social de la comunidad trans en el país.
A nivel global, los datos del informe de TGEU reflejan patrones inquietantes: el 93% de las víctimas eran personas trans negras o racializadas, y el 46% eran trabajadores sexuales. Esta combinación de factores, que incluye racismo, xenofobia y transfobia, muestra cómo múltiples formas de discriminación intersectan para aumentar la vulnerabilidad de ciertos grupos.
En Chile, la discriminación también es omnipresente. Un estudio gubernamental reveló que el 94,1% de las personas trans han enfrentado al menos un episodio de discriminación en su vida, mientras que el 85,4% lo ha vivido solo en el último año. Esta violencia estructural, que abarca desde agresiones físicas hasta exclusión social, exige soluciones urgentes.
El panorama legislativo ha intentado avanzar. Este año se presentó un proyecto de ley que busca clasificar como crímenes de odio los transfemicidios, transmasculinicidios y otros asesinatos motivados por la identidad de género u orientación sexual de las víctimas. Sin embargo, organizaciones como OTD Chile critican que estas medidas sean insuficientes mientras no se aborden las raíces estructurales de la violencia, como la exclusión económica y el acceso desigual a derechos básicos.
El contexto internacional también plantea retos significativos. Estados Unidos, por ejemplo, enfrenta una ola de legislación anti-trans que limita los derechos de las personas trans, especialmente los jóvenes. Activistas denuncian que estas restricciones no solo reducen los espacios seguros, sino que fomentan un ambiente hostil que puede traducirse en más violencia.
En tanto, los eventos conmemorativos del Día de la Memoria Trans, como vigilias y memoriales, son esenciales para visibilizar estas problemáticas y honrar a quienes han perdido la vida. Pero más allá del duelo, estos actos son un llamado urgente a la acción: la necesidad de políticas inclusivas, de educación que desmantele prejuicios y de un compromiso estatal para garantizar la seguridad y dignidad de las personas trans.
La cifra global de más de 5,000 asesinatos documentados desde 2008 es un recordatorio brutal de la magnitud de esta crisis. Ymania Brown, directora de TGEU, resume el sentimiento de agotamiento de la comunidad: “¿Cuánto tiempo más debemos pedir que esta violencia termine?”. Las respuestas aún están pendientes, tanto en Chile como en el resto del mundo.