La reelección de Donald Trump como presidente de Estados Unidos ha generado una oleada de preocupación entre la comunidad LGTBI+ y organizaciones defensoras de derechos humanos. Sin embargo, este temor no se basa solo en promesas de campaña, sino en un historial político que muchos consideran perjudicial para la igualdad.
Claire E., una joven bisexual de 28 años residente en California, describe este momento como una «pesadilla recurrente». A pesar de vivir en un estado progresista, relata que durante el primer mandato de Trump enfrentó acoso constante al mostrarse públicamente con parejas del mismo género. Por eso, su reciente triunfo electoral genera un profundo sentimiento de inseguridad en la comunidad.
Por otro lado, los datos reflejan el rechazo generalizado de este colectivo hacia el expresidente. Según una encuesta de NBC News, el 86% de los votantes LGTBI+ respaldaron a Kamala Harris, frente al 13% que apoyó a Trump. Este descontento no es casual, pues durante su primer periodo presidencial, Trump implementó políticas como la prohibición de personas trans en las fuerzas armadas y buscó eliminar protecciones de género bajo el Título IX.
Mientras tanto, organizaciones como Bienestar Human Services, que trabaja con comunidades latinas y LGTBI+, anticipan un aumento en crímenes de odio y actos de discriminación no denunciados. Según su director, Robert Contreras, estas políticas podrían provocar que las personas LGTBI+ eviten atención médica esencial, incluyendo tratamientos contra el VIH, debido al miedo a represalias.
El impacto también se siente con fuerza entre los jóvenes. El Proyecto Trevor, encargado de prestar asistencia para prevenir el suicidio en personas LGBTQ+, reportó un alarmante aumento del 700% en las llamadas de crisis tras la victoria de Trump. Además, un estudio reciente reveló que el 90% de los jóvenes LGTBI+ consideran que las políticas recientes han afectado negativamente su bienestar. Esto confirma, según expertos, el peso emocional de la retórica y legislación anti-trans promovidas por los republicanos en los últimos años.
No obstante, en medio de este panorama sombrío, han surgido victorias significativas. Sarah McBride, de Delaware, se convirtió en la primera persona trans elegida para el Congreso, y en estados como California y Colorado se avanzó en la protección del matrimonio igualitario. Para activistas como Joe Hollendoner, director del Centro LGBT de Los Ángeles, estas señales de progreso son un recordatorio de que la lucha por la igualdad continúa.
“Estos desafíos no nos detendrán. Esto es solo el comienzo”, afirmó Hollendoner, insistiendo en que la resiliencia será clave en los años por venir.