Un estudio reciente del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reveló que el 3.3% de los estudiantes de secundaria en Estados Unidos se identifica como transgénero. Además, un 2.2% está cuestionando su identidad de género, lo que pone en evidencia el creciente reconocimiento de la diversidad de identidades entre los jóvenes. Sin embargo, los datos también muestran una preocupante realidad para este grupo: las disparidades en su bienestar emocional y mental.
Uno de los hallazgos más alarmantes es el alto índice de intentos de suicidio entre estudiantes trans, con casi el 26% de ellos reportando haber intentado quitarse la vida en el último año. En contraste, solo el 5% de los chicos cisgénero y el 11% de las chicas cisgénero informaron lo mismo. Esto sugiere que los jóvenes trans enfrentan una carga emocional mucho mayor que sus compañeros cisgénero, exacerbada por el acoso escolar y la falta de apoyo.
Además, el 40% de los estudiantes trans o en proceso de cuestionar su identidad reportaron haber sido víctimas de bullying, una cifra considerablemente superior a la de sus compañeros cisgénero. Esto resalta la necesidad urgente de que las escuelas se conviertan en espacios más seguros y acogedores para todos los jóvenes, sin importar su identidad de género.
Otro dato preocupante es que el 11% de los estudiantes trans reportó haber enfrentado problemas de vivienda en el mes previo al estudio. Esta situación de inestabilidad es cinco veces más común entre los jóvenes trans que entre sus compañeros cisgénero, lo que refuerza las vulnerabilidades económicas y sociales que afectan a esta comunidad.
Frente a estos resultados, el CDC ha hecho un llamado a las escuelas para que tomen medidas concretas en la creación de entornos más inclusivos y de apoyo, pues se ha demostrado que la falta de estos entornos impacta negativamente en la salud mental y el bienestar de los estudiantes trans y cuestionadores.
El contexto político también juega un rol importante. La encuesta se realizó en un año marcado por un aumento en la legislación que afecta directamente a las personas trans en Estados Unidos. Estas leyes, que restringen desde el uso de baños hasta la participación en deportes y el acceso a tratamientos médicos, han generado un entorno de creciente hostilidad para los jóvenes trans. Como resultado, los efectos en su salud mental y en sus tasas de suicidio son evidentes.