El gobierno de Rusia, bajo el mandato de Vladimir Putin, ha presentado un controvertido anteproyecto de ley que busca penalizar a las personas que elijan no tener hijos. Esta propuesta forma parte de una estrategia más amplia para frenar el declive demográfico que ha afectado al país en los últimos años. En este sentido, el movimiento conocido como childfree, que defiende la decisión de no tener descendencia, está en el centro del debate, ya que la difusión de sus ideas podría ser castigada con severas multas.
El presidente de la Duma Estatal, Vyacheslav Volodin, ha confirmado que las multas a quienes promuevan esta ideología podrían llegar a los 400.000 rublos (unos 4.000 euros), e incluso hasta 5 millones de rublos para organizaciones que difundan estos mensajes en medios de comunicación, redes sociales o películas. Además, si estas campañas están dirigidas a menores, las sanciones serían aún mayores.
Este proyecto no solo impactaría a las personas físicas y empresas, sino que también afectaría a los matrimonios entre rusos y extranjeros. En caso de que estas parejas no tengan hijos, su unión podría ser considerada «ficticia», lo que conllevaría la expulsión del cónyuge extranjero. De esta manera, el gobierno ruso busca reforzar la idea de que el matrimonio debe estar orientado a la creación de familias.
Para el Kremlin, la urgencia detrás de esta legislación es evidente. Dmitry Peskov, portavoz de Putin, declaró que cualquier obstáculo que interfiera con el aumento de la tasa de natalidad debería ser eliminado de la vida de los rusos. Es importante señalar que en el primer semestre de 2024 nacieron 16.000 bebés menos que en el mismo período del año anterior, lo que representa el nivel más bajo de nacimientos desde 1999.
Sin embargo, el proyecto ha generado críticas. Dariana Gryaznova, abogada rusa, advirtió sobre la vaguedad del texto, señalando que hasta una crítica económica del país podría interpretarse como propaganda contra la natalidad. Por otro lado, voces dentro y fuera de Rusia comparan estas medidas con distopías literarias como «El cuento de la criada», donde el cuerpo de las mujeres se instrumentaliza en función de los intereses del Estado.
Finalmente, esta legislación se enmarca en una serie de medidas más amplias que buscan fortalecer los «valores tradicionales» en Rusia. En 2022, se aprobó una ley que prohíbe la «propaganda LGBTI», y el gobierno parece decidido a seguir reforzando el control sobre las decisiones personales que considera contrarias a sus objetivos. Así, Putin ha declarado el 2024 como el año de la familia, exhortando a las mujeres a tener al menos tres hijos para asegurar el futuro de la nación.