Un sacerdote húngaro conocido por su postura anti-LGBT ha sido suspendido tras ser acusado de asistir a fiestas gay y mantener relaciones con hombres, a pesar de su firme oposición pública a los derechos de la comunidad. Este hecho ha generado gran controversia, no solo por la naturaleza de las acusaciones, sino también por el impacto en la opinión pública.
Gergő Bese, párroco en Dunavecse, un pequeño pueblo cerca de Budapest, era una figura reconocida tanto en su comunidad como en los medios húngaros. Durante años, Bese aprovechó su plataforma para oponerse a los derechos LGBT, asistiendo a conferencias internacionales y participando en debates televisivos sobre el tema. Sin embargo, su imagen ha cambiado drásticamente en los últimos días, cuando se le acusó de participar en eventos vinculados a la comunidad que tanto había criticado.
Las acusaciones no vienen de rumores aislados, sino que han sido respaldadas por la arquidiócesis de Kalocsa-Kecskemét y la nunciatura apostólica de Hungría, que informaron sobre la suspensión del sacerdote el 6 de agosto. Además, el medio Valasz Online sostiene que existen pruebas, como videos y mensajes, que documentan la participación de Bese en estas fiestas.
Este escándalo, además, se enmarca en un contexto político más amplio. En los últimos años, Hungría ha endurecido su legislación contra la comunidad LGBT, promoviendo leyes que restringen la representación de temas relacionados con la homosexualidad o la reasignación de género. Dichas medidas, impulsadas bajo el gobierno de Viktor Orbán, han sido criticadas por organismos internacionales, quienes las ven como un paso atrás en la lucha por los derechos humanos.
La situación de Bese refleja una contradicción personal, pero también un país dividido entre políticas represivas y una creciente resistencia por parte de sectores que abogan por los derechos de las personas LGBT. Así, este caso no solo expone una crisis personal, sino que amplifica el debate sobre la igualdad y los derechos en una Hungría cada vez más polarizada.