El pasado 25 de Agosto se cumplieron 10 años de la muerte de Hija de Perra, una figura ineludible en la contracultura chilena y latinoamericana. Fue un artista transformista, activista y educador que dejó una huella imborrable en la escena under y en los discursos sobre sexualidad y género.
Desde los márgenes de la sociedad, Hija de Perra comenzó su trayectoria en las calles de Santiago, desafiando las normas y expectativas sociales. Con el tiempo, logró traspasar los límites del underground para instalarse en espacios académicos y culturales, donde su discurso radical se hizo sentir con fuerza. Además, su arte, cargado de crítica social, abordaba temas como las enfermedades venéreas, la teoría queer y la explotación laboral, transformando los complejos términos académicos en mensajes accesibles para todxs.
A lo largo de su carrera, se desempeñó como modelo, actriz, cantante y creadora de performances que sacudieron tanto discotecas como auditorios universitarios. Gracias a su versatilidad, se convirtió en musa de diversas expresiones artísticas, inspirando películas, canciones y obras de arte. Sin embargo, su legado no se limitó a los escenarios. Hija de Perra también impartía charlas en universidades, donde su enfoque directo y sin tabúes sobre temas como la sexualidad y el género capturaba la atención de todos, desde estudiantes hasta académicos.
El nombre de Hija de Perra, lejos de ser una mera provocación, representaba una reivindicación de su propia historia de vida. En una entrevista, explicó que este apodo surgió en una infancia marcada por el abandono y el rechazo familiar. Su abuela, quien según el propio artista le odiaba a pesar de haberlo cuidado durante su niñez, fue quien le dio este nombre. Con el tiempo, lo adoptó como una forma de apropiarse de su identidad y transformar el insulto en un símbolo de resistencia.
Sus performances, conocidas por ser extremas y disruptivas, buscaban exponer todo aquello que la sociedad prefería ignorar. Desde una perspectiva que algunos podrían considerar grotesca, Hija de Perra se enfocaba en evidenciar estas realidades ocultas. Y es que su trabajo marcó un antes y un después en la escena bizarra chilena, profesionalizando el drag y combinando la estética con la política de manera incisiva.
A pesar de las críticas y la censura, Hija de Perra nunca dejó de desafiar las normas. Además de su activismo escénico, incursionó en la música y el cine, participando en bandas como “Indecencia Transgénica” y en películas como «Empaná de Pino», donde junto a sus compañeras retrató un mundo donde las travestis eran algo más que meros estereotipos.
Por todo esto, Hija de Perra no solo desafió las convenciones, sino que también dejó una marca indeleble en quienes la conocieron y en quienes, aún hoy, descubren su obra. En definitiva, a 10 años de su partida, su influencia permanece tanto o más vigente como hace una década atrás.
Hoy a las 18:30 en la sala CEINA del Instituto Nacional se exhibirá el documental «Tan Inmunda y Tan Feliz» de Wincy Oyarce, que retrata la íntima relación entre la performer y el cineasta.