El emblemático club Propaganda, conocido por ser un faro de la música electrónica y un refugio para las fiestas LGTBIQ+ en Moscú, cerrará definitivamente el próximo 27 de julio. Este local, ubicado a tan solo 300 metros del FSB (anteriormente KGB), ha sido durante casi tres décadas un símbolo del Moscú liberal y abierto. Sin embargo, su cierre coincide con el endurecimiento de las políticas represivas hacia la comunidad LGTBIQ+, tachada de “extremista” por el Kremlin a finales del año pasado. Asimismo, la ley “contra la propaganda homosexual” de 2013 ha sido reformada, prohibiendo cualquier muestra pública de apoyo al colectivo, reasignación de género y censurando las referencias LGTBIQ+ en libros y películas.
En este contexto, los propietarios de Propaganda expresaron su agradecimiento a través de un comunicado en Telegram: “Gracias por estos años increíbles. Fue una época verdaderamente mágica, siempre la recordaremos”. Además, destacaron: “El Propaganda está orgulloso de haberse convertido en una plataforma para la expresión propia y la creatividad. Vuestras sonrisas y vuestra energía nos inspiraron a alcanzar nuevos logros”.
Durante el día, Propaganda funcionaba como restaurante, permitiendo a parejas, incluidas las LGTBIQ+, disfrutar de cenas y copas sin esconder su amor. Por la noche, se transformaba en un club vibrante, famoso por sus sesiones de house y por acoger a DJs internacionales. Entre sus eventos más destacados, los domingos se celebraba el China Town, una fiesta orientada al público homosexual, que comenzó a ser perseguida fuera de Moscú. Otros eventos, como el BDSM Blue Velvet, también fueron objeto de redadas preventivas, y la multinacional Kinky Party dejó de operar en Rusia tras recibir advertencias gubernamentales.
Una pareja asidua al club comentó: “Dirán que ha sido por dinero, pero es bastante extraño el cierre. Este club tiene renombre, atrae a mucha gente, es un punto de referencia para los turistas. Es raro, puede haber habido algo detrás con las autoridades”. Añadieron con tristeza: “Veníamos hace quince años, cuando éramos estudiantes en la universidad”.