Pedro, un trabajador del Hospital de Curanilahue, vivió una pesadilla tras ser diagnosticado con VIH en junio de 2021. Primero, enfrentó una neumonía que casi le quita la vida, y luego, descubrió que su diagnóstico, que debía ser confidencial, se había divulgado masivamente dentro del hospital.
La situación comenzó cuando Pedro fue ingresado al hospital con dificultad para respirar y presión alta. A pesar de la gravedad de su condición, le realizaron un test de VIH sin seguir los protocolos adecuados y, al arrojar positivo, su información se filtró rápidamente. Como resultado, más de 200 personas, incluidos colegas y trabajadores no autorizados, accedieron a su ficha clínica. Además, la situación se agravó cuando Pedro comenzó a recibir insultos y mensajes anónimos, no solo en el hospital, sino también dirigidos a su familia y pareja: “También insinuaciones como ‘debes tomar tus remedios a tu hora’, ‘te metiste con todos los hombres de la zona, eres un pecador, pide perdón de tus pecados». Además el acoso, según denuncia, incluyó insinuaciones sobre su vida privada y comentarios despectivos relacionados con su salud.
En respuesta a la denuncia presentada por Pedro, se realizó una investigación interna que reveló la gravedad de la situación. El hospital aplicó medidas administrativas contra los involucrados, pero no reveló detalles sobre las sanciones ni identificó a los responsables.
El impacto en la vida de Pedro fue devastador. No solo tuvo que enfrentarse a su diagnóstico, sino también a una ola de crueldad por parte de sus compañeros y la comunidad. En su testimonio, Pedro describe cómo el acoso y la falta de privacidad le generaron crisis de pánico, llevándolo a buscar ayuda psiquiátrica.
Finalmente, el Instituto Nacional de Derechos Humanos se involucró en el caso, apoyando a Pedro en su lucha por justicia. A pesar de todo, Pedro sigue luchando, ahora con licencia médica y alejado de un ambiente laboral que, en lugar de protegerlo, lo vulneró profundamente.